La mirada extática lleva al sujeto momentáneamente fuera de sí. El rostro de la actriz se transforma en la pura manifestación de una pulsión. Con la mirada arrebatada, se experimenta una transfiguración o exaltación de la visión.
Conchita Montes: La muchacha de Moscú (Edgar Neville, 1942)
Amparo Rivelles: Malvaloca (Luis Marquina, 1942)
Conchita Montes: Correo de Indias (Edgar Neville, 1942)
Aurora Bautista: Locura de amor (Juan de Orduña, 1948)
Carmen Sevilla: Filigrana (Luis Marquina, 1949)
Aurora Bautista: Pequeñeces (Juan de Orduña, 1950)
El rostro arrebatado que acaso sea repentino y pasajero para la protagonista, o tal vez la abisme hacia la enajenación o la locura, se manifiesta desde un cuerpo febril. Son instantes en que la actriz saca afuera y hace aflorar en su cuerpo una metamorfosis, un cambio de visión, más que un trastorno. En esa yuxtaposición de lo espiritual y lo erótico emergerá el rostro extático, extremo y extranjero de sí mismo.
Susana Canales: Cielo negro (Mur Oti, 1951)
Aurora Bautista: Condenados (Manuel Mur Oti, 1953)
Marisa Prado: Orgullo (Manuel Mur Oti, 1955)
Emma Penella: Fedra (Manuel Mur Oti, 1955)
Sara Montiel: Pecado de amor (Luis César Amadori, 1961)
Aurora Bautista: Teresa de Jesús (Juan de Orduña, 1962)