Esta manifestación de deseo ocurre cuando la mujer está aislada de la realidad. Secuestrada por una pulsión propia, surge una nueva relación con su imagen, y la posibilidad de encontrar el placer en su cuerpo.
Amparo Rivelles: Malvaloca (Luis Marquina, 1942)
Ana Mariscal: Un hombre va por el camino (Manuel Mur Oti, 1949)
Aurora Bautista: Pequeñeces (Juan de Orduña, 1950)
Marisa de Leza: Surcos (José Antonio Conde, 1951)
Lola Flores: La danza de los deseos (Florián Rey, 1954)
Lucia Bosé: Muerte de un ciclista (Juan Antonio Bardem, 1955)
La búsqueda de esta gestualidad supone un momento de interioridad extrema por parte de la actriz. A solas con la cámara, se activa una relación distinta entre ella y su cuerpo.
Aurora Bautista: La gata (Margarita Alexandre y Rafael María Torrecilla, 1956)
Conchita Montes: El baile (Edgar Neville, 1959)
Silvia Pinal: Viridiana (Luis Buñel, 1961)
Aurora Bautista: La tía tula (Miguel Picazo, 1964)
Teresa Gimpera: Fata morgana (Vicente Aranda, 1965)
Gemma Cuervo: El mundo sigue (Fernando-Fernán-Gómez, 1965)
Teresa Gimpera: Tuset Street (Luis Marquina, 1968)
Amparo Soler: El amor del capitán Brando ( Jaime de Armiñán, 1974)
Betsabé Ruiz: Las garras de Lorelei (Amando de Ossorio, 1974)