En el cine abundan los voyeurs masculinos. Ante esta lógica patriarcal, sorprende constatar que en el cine franquista haya escenas en las cuales el sujeto femenino se muestra complacido en el acto de mirar.
Amparo Rivelles: Alma de Dios (Ignacio F. Iquino, 1941)
Josita Hernán: Ángela es así (Ramón Quadreny, 1945)
Aurora Bautista: Condenados (Manuel Mur Oti, 1953)
Betsy Blair: Calle Mayor (Juan Antonio Bardem, 1956)
El deseo surge justo en el límite de observar lo que está prohibido. Los ojos se transforman en pura pulsión y finalmente, desde el aislamiento de la mirada, la mujer está legitimada para ocupar una posición activa deseante.
Teresa Gimpera: Fata Morgana (Vicente Aranda, 1965)
Teresa Gimpera: La casa de las muertas viventes (Alfonso Balcázar, 1972)
Aurora Bautista: Una vela para el diablo (Eugenio Martín, 1973)
Lola Flores: Casa Flora (Tito Fernández, 1973)