Conchita Montes fue actriz durante más de cuarenta años. También escritora, traductora de inglés, además de guionista de algunas películas de Edgar Neville, con quien establece una relación sentimental. En sus actuaciones la actriz maneja la puesta en escena, dirigiéndola con su cuerpo. Sus películas están impregnadas por un juego cinematográfico -inspiradas en el clasicismo Hollywoodiense y el costumbrismo español- que, desde la gestualidad, llama la atención hacia aquello que no se podía ver durante el período franquista.
La muchacha de Moscú (Edgar Neville, 1942)
El baile (Edgar Neville, 1959)
Mediante gestos, posiciones o miradas la actriz logró burlar las estructuras de un sistema rígido y caduco de actuación, plasmando un particular deseo desde su atrevida gestualidad.
“Hay una que me gusta mucho (…) Correo de Indias (…). rizaba el rizo porque era una película de amor en un momento en que el amor estaba prohibido. (…) era un amor adúltero. No llegaba a consumarse el adulterio, creo (…). Pero, en fin, eso era rizar el rizo hacer una película de amor en aquel momento”
Conchita Montes, “Autorretrato”. RTVE, 1984
La mirada extática: La muchacha de Moscú (Edgar Neville, 1942)
La ensoñación: La vida en un hilo (Edgar Neville, 1945)
El gesto intimo: El baile (Edgar Neville, 1959)
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