Antes de que Geraldine Chaplin hiciera una película española, ya era una figura cercana y conocida en todo el país. Hija de Charles Chaplin y nieta de Eugene O’Neill, los catorce meses que pasó en España rodando Doctor Zhivago (David Lean, 1965) la habían confirmado como estrella. Las revistas españolas de la época seguían su carrera como bailarina, sus viajes por todo el mundo y su supuesto carácter de rebeldía —dentro de unos parámetros burgueses—. Geraldine era una mujer moderna caracterizada por la movilidad y la transgresión, pero también era una actriz de buena familia y una buena chica enamorada de España. Chaplin acabaría residiendo en España hasta 1979, cuando se separó de Carlos Saura tras haber rodado ocho películas con él como director.
Peppermint Frappé (Carlos Saura, 1967)
La madriguera (Carlos Saura, 1969)
El trabajo de Chaplin destaca por una performance de la pasión femenina más central de lo que el escenario español permitía. Su carácter de extranjera y chica moderna, criada fuera de las restricciones de la dictadura, confieren a la actriz una feminidad distinta. Todo contribuye a romper en parte las normas de la época, desde su acento hasta sus ropas.
“Yo tenía la impresión de tener libertad total, fíjate qué disparate. Venía de una educación totalmente victoriana y represiva.”
Geraldine Chaplin [sobre vivir en Madrid franquista] en Geraldine en España (Arantxa Aguirre y José Luis López-Linares, 2006)
El baile liberador: Peppermint frappé (Carlos Saura, 1967)
El cuerpo seductor: Stress Es Tres Tres (Carlos Saura, 1968)
La imaginación atormentada: La madriguera (Carlos Saura, 1969)
El cuerpo seductor: Ana y los lobos (Carlos Saura, 1973)
*Este texto incorpora y resume contenidos del capítulo “Geraldine Chaplin en España: la ley y el deseo” de Endika Rey, del libro El deseo femenino en el cine Español (1939-1975). Arquetipos y actrices. (Madrid: Cátedra, 2022), publicado en el marco de este mismo proyecto de investigación.